
The Andean Secret
Liderada por tres soñadores profundamente apasionados por la agricultura, el desarrollo, los saberes ancestrales y la sustentabilidad
Gramolino nació hace 19 años, bajo la visión de Nelly Moreno, ingeniera en alimentos. Nuestro propósito era cubrir la demanda de granos secos de alta calidad para el sector petrolero del Ecuador, siempre ofreciendo el precio justo; tanto para el consumidor como para los productores.
Gracias a la alta calidad de los productos, Gramolino creció y en la actualidad nos enfocamos en el rescate del consumo de granos ancestrales andinos, en especial el amaranto.
En Perú se le llama Kiwicha y en México se le llama Alegrías. En nuestro país, el amaranto se cultiva a lo largo de los Andes. Esta riqueza histórica nos conmovió y nos llevó a emprender la aventura de rescatar el cultivo y consumo de Amaranto en Ecuador. Junto con el Ing. Eduardo Peralta del INIAP quien justamente se encontraba trabajando en un programa de rescate del cultivo de semillas ancestrales, nos contactamos con las comunidades agricultoras del Ecuador y desarrollamos 3 productos iniciales para ser comercializados en el país: Amaranto en grano, amaranto en harina y amaranto en hojuelas. Gracias a la visión del dueño de uno de los supermercados más grandes del país, logramos ingresar a la cadena de retail y con ello llegar a más posibles consumidores de amaranto.
RESPONSABILIDAD SOCIAL
«Lo importante detrás de
cada producto son los
conocimientos de la
tierra y el equilibrio
de una siembra
sustentable»
«Lo importante detrás de cada producto son los conocimientos de la tierra y el equilibrio de una siembra sustentable»
Todos nuestros productos son 100% Ecuatorianos. Desde nuestros inicios hemos trabajado directamente con las comunidades agrícolas del Ecuador bajo políticas de comercio justo.
Sabíamos que debíamos dar un salto más grande, y por ello nos embarcamos en una nueva aventura: la de desarrollar una bebida de amaranto. Desde un inicio teníamos claro que tenía que ser 100% Natural, libre de gluten y de lactosa, que reflejara la maravillosa diversidad de nuestro país y cuyo costo fuese accesible. Siempre pensando en que su comercialización debía beneficiar a las comunidades agricultoras del Ecuador.